Crónica La Atalaya 04/12/2004
Esta finca emplazada en la cola del pantano de Alcántara, en las inmediaciones del pueblo de Garrovillas, es la típica mancha de riveros, con algo de jara, escobas, numerosos chaparros y acehuches y en las zonas más llanas encinas y olivos, lo que la convierte en un verdadero “paraíso” para los cochinos, que unen a la numerosa comida, la tranquilidad que le proporciona la orografía.
Con estas premisas y la buena impresión que sacamos unos días antes cuando fuimos a ver como se encontraba la mancha y comprobamos que había zonas que más parecía que hubiera “barbechado” un tractor que fueran hozauras de los guarros, además de ver en plena mañana una piara con más de doce ejemplares.
Comenzamos el sorteo saliendo las armadas como de costumbre desde la reunión, antes de soltar los numerosos y escogidos perros que debían batir la mancha, para que nada fallara, ya se habían oído un sinfín de disparos, que hacía presagiar un buen desenlace, como se pueden imaginar con tiraderos naturales con muy poco visibilidad en muchos casos y teniendo que hacer disparos casi “ a tenazón”.
El resultado de 45 jabalíes abatidos, presupone que al menos hubo 80 lances diferentes, por lo que la práctica totalidad de los monteros tiraron y el que no lo hizo, vió los cochinos de lejos, la montería resultó muy entretenida como todas las de guarros y el espectacular plantel de cochinos abatidos lo encabezaron seis “bocas”, de las que una que fue abatido por Tomás Cambero, ya medida es bronce alto y el resto está a la espera de sacarse, pero que con toda seguridad a pesar de ser muy buenos, no alcanzarán la puntuación suficiente para medalla.
En resumen una jornada muy entretenida, que ni siquiera la inesperada lluvia de media tarde deslució, puesto que la alegría de los monteros superó la climatología y aguantaron casi hasta el anochecer comentando los lances.